Un nuevo capítulo de ‘Teen Wolf’ a la semana siempre ha sabido a poco, pero cuando son como el que vamos a comentar aquí, saber lo que pasa a continuación se hace estrictamente necesario. Si todavía no lo habéis visto, corred a verlo y volved después, porque esta entrada está cargada de ‘spoilers’.
Las dudas con respecto a lo que estamos viendo y sus posibles significados son ley de vida para los seguidores de ‘Teen Wolf’. Pocas conclusiones se pueden sacar más allá de lo que la propia serie nos cuenta, porque aunque haya cosas que parezcan evidentes, siempre hay algo que termina torciendo esa evidencia, ya sea para volver el asunto más turbio o para darle la vuelta por completo y que termine siendo algo totalmente opuesto a lo que parecía en un principio.
Que Theo (Cody Christian) era sospechoso de ocultar algo era evidente y no necesariamente teníamos que ser un Stiles (Dylan O’Brien) de la vida para darnos cuenta. Lo que no sospechábamos (al menos no yo) es que sus intenciones no eran oscuras del tipo “consigo que me adopten en la manada y luego me enfrento al alfa”, sino oscuras del tipo “soy parte de los Doctores del Terror que se dedican a crear seres con complejo de sobrenaturales mediante mezclas imposibles como la de un escorpión y hombre lobo” (¿¿en qué momento se les ocurre esto??). Sabemos que a estos creadores no les está yendo demasiado bien con sus experimentos, porque terminan asesinándolos a todos al no ser aptos para alcanzar cualquiera que sea su objetivo. Solo nos queda conocer ese objetivo y entonces podremos empezar a entender lo que pasa.
Sin embargo, el objetivo de Donovan (Ashton Moio), ahora que es una de esas creaciones, sí que está claro. Y lo que se propone no me hace feliz. ¿Por qué, por el amor de dios, de entre todas las personas, decides odiar al Sheriff (Linden Ashby)? ¿Por qué involucras a uno de los pocos humanos de todo Beacon Hills? Rezaré porque tú también seas un ‘failure’ y los mismos que te crearon decidan deshacerse de ti. A Stiles no se le toca.
Hablando de Stiles, ¿no os habéis muerto de amor y tristeza con la cara desencajada que ha puesto al ver a Lydia (Holland Roden) medio muerta en el suelo? Había más sentimiento ahí que en cualquier escena que éste comparte con Malia (Shelley Hennig)…
Otra de las grandes incógnitas de la temporada (aunque ya la venimos arrastrando desde hace un tiempo), es la identidad sobrenatural de Parrish (Ryan Kelley), que si ya nos desconcertaba ahora ha terminado trastornándonos. ¿Cómo encaja Parrish en esta historia? ¿Qué es? ¿Por qué quema a las criaturas de los Doctores y luego parece que lamenta hacerlo? Al principio dice que es un sueño, pero en cada (llamémosle) ‘flashback’ transporta a una persona diferente, además de que al final es al chico escorpión al que incinera. ¿Qué significa esto? ¿Lo hace inconscientemente? ¿Es bueno o malo? ¿No sentís cómo vuestro cerebro llora al intentar (sin éxito) comprender? ¿Me pasa solo a mí?
Malia sigue sin adaptarse muy bien a la dinámica de trabajar en equipo y decide investigar por su cuenta cada vez que tiene un pálpito. ¿Qué significa el libro que ha encontrado en la habitación de Tracy? ¿Me he perdido algo?
De la que echo de menos saber algo más es de Kira (Arden Cho), que parece que va evolucionando con sus poderes (e incluso llegando a perder el control debido a ellos) y poco sabemos de qué está pasando en su vida más allá de que Scott (Tyler Posey) y sus besos y declaraciones de amor esporádicas y espontáneas la descolocan por completo, aunque, ¿a quién no le pasaría?
¿Qué os está pareciendo el desarrollo de esta temporada? ¿Creéis que ha sido un capítulo tan completo como yo lo he percibido? ¿Tenéis alguna teoría al respecto de lo que está pasando? ¡Comentemos!
Isabel, @isabienzobas