Tercera semana con la segunda temporada de 'True Detective' a cuestas, aunque por el ruido mediático generado parece que llevamos un año entero con ella, y la serie continúa con su ritmo particular ofreciendo respuestas e interrogantes a un ritmo constante. Estamos ante un producto mucho más convencional que su temporada predecesora pero también sabemos apreciar esta actualización del 'noir' más clásico a tiempos modernos. Comentamos el tercer episodio, con ciertos 'spoilers', a continuación.
Hay quien ha comparado, quizá por su proximidad temporal, la escena que cerraba el último episodio de 'True Detective' con la que concluía la temporada de 'Game of Thrones' en la misma cadena HBO. Si bien es cierto que ambos dan a entender fallecimientos de dudosa credibilidad, no creemos que este incidente del protagonista Ray Velcoro (Colin Farrell) en los primeros compases de la temporada tenga mayor relación con la gran incógnita de la otra gran serie de la cadena.
En este caso nadie se esperaba que el detective corrupto pasase a mejor vida tan pronto, aunque quizá si que preveíamos unas consecuencias más severas que las que hemos presenciado hoy. Lo que parecía apocalíptico para el personaje, especialmente al ser realzado por escenas oníricas del inicio del episodio, ha sido poco más que lo que un antidisturbios medio le hace al manifestante ocasional en nuestras fronteras. Aunque con el drama imperante es casi una experiencia cercana a la muerte.
Pero eso no ha impedido que la serie avance en el resto de frentes. Por una parte hemos tenido una visita a la mansión en Bel Air del nefario alcalde de Vinci de mano de los policías Ani Bezzerides (Rachel McAdams) y Paul Woodrugh (Taylor Kitsch). En esta se nos ha mostrado la opulencia decadente con la que vive la familia del líder de la comunidad más corrupta del sur de California. Una distopía del dólar para todo el presente.
Esto ha cuajado de forma mucho más efectiva que el drama personal del propio Woodrugh, que ha evolucionado de las tendencias suicidas del primer episodio a una mezcla de estrés post-traumático e indefinición sexual. No sabemos exactamente qué aporta esta historia a la serie o al personaje, que no va a dejar de ser completamente plano solo por darle un trasfondo, pero ahí la tenemos. Aderezada con un poco de investigación en el territorio de las prostitutas y los chaperos, para condimentar.
En quien también deseáramos una rebaja en el tono dramático es Frank Semyon (Vince Vaughn). Quien nos parecía contenido en el primer episodio pasó a ser un autómata con frases grandilocuentes en el segundo y en este tercer capítulo ha sublimado en un maniquí intentando recitar a Shakespeare. Lo sentimos, pero Vince Vaughn no es Gary Oldman y no se puede permitir cambios de registro dentro de una misma obra. Su interacción con Kelly Reilly, al menos, tiene armonía estética.
Es curioso que hayamos hablado tanto de los personajes y tan poco de la trama en una serie como 'True Detective', pero el propio episodio no ha dejado mucho espacio al desarrollo de esta más allá de dejar claro ciertas cosas que ya sabíamos o intuíamos. Que Frank Semyon y su forma de vida son los objetivos de este asesino o asesinos. Que todo este entramado de tráfico de influencias en Vinci parece tener la prostitución y el sexo como engranajes. Que algo oscuro aguarda a los protagonistas.
Lo cierto es que todo este asunto, aunque todavía sin profundizar, ha captado nuestra atención. Incluso con el acercamiento a temáticas mucho más convencionales de 'True Detective' la serie sigue teniendo consigo un halo de calidad inherente. Una lástima que este no se impregne en los actores protagonistas, que siguen siendo con diferencia el mayor punto negro de la nueva temporada. La alejan de ser un producto tan redondo como debiera.
Pero a nosotros y a nuestros lectores eso no nos impide disfrutar la serie, ¿verdad?
David Valverde, @CapitanValverde.