Con uno de los capítulos con más acción de la temporada cerramos la primera mitad de la segunda temporada de ’True Detective’. ¿Aún no lo has visto? A partir de aquí habrá ‘spoilers’.
Esta semana, la escena final ha conseguido capturar la esencia de esta temporada de una manera espectacular: un poco demasiado, un poco cutre, pero sorprendente. El tiroteo acabado en masacre también promete un futuro muy oscuro para el trío calavera. Ani (Rachel McAdams) fue suspendida y aún así tomo control de la situación de la manera equivocada, algo que no se va a pasar por alto. Incluso Dixon (W. Earl Brown), ahora con media cabeza explotada, aconsejó que no se llevara a cabo la operación. El tío podía ser un vago, pero al menos era cuidadoso, porque esos minutos de videojuego que hemos tenido contra Ledo Amarilla (Cesar García), con todos los daños colaterales, podrían haberse evitado. ¿O no? Quién sabe.
Paul (Taylor Kitsch) sigue sufriendo por su identidad sexual de una manera agobiante pero nada productiva, perdiendo su moto como quien pierde parte de sí mismo y queriendo formar una familia (algo obligado, pero se aferra a la situación como si no hubiera mañana es porque la necesita). Pero en el tiroteo, Paul está como en casa. Al fin y al cabo lo que más le define es tu tiempo como militar - no sólo porque estaba aislado del mundo “real”, sino porque tenía un objetivo claro y era más él mismo de lo que nunca ha sido. Así que, por un momento, está de vuelta ahí salvando la secuencia donde sólo los tres detectives han salido ilesos. ¿Que significará esto para él? Ya estaba bajo investigación, algo así, con tantas muertes en sus manos podría salirle caro.
Termina la escena final y nos dejan un segundo de respiro, donde todos se dan cuenta del peso del asunto, después de los minutos de absoluta tensión que acaban (y acabamos) de vivir. La escena es a lo que estaba esperando el capítulo, con los personaje atrapados en sus propios dramas y tramas agobiantes. Por un momento, el tiroteo permitió un momento de meditación, donde Ani casi lucha con su cuchillo (¡ojalá!) y el crimen convivió perfectamente con las autoridades de forma igualmente destructiva. Y aún así, fue demasiado en muchos aspectos; muchas muertes, sangre y tiempo dedicado a la secuencia, dándole una fuerza al capítulo que era necesaria. Que fuera necesaria implica que el capítulo no ha aportado lo que necesitaba de forma más sutil, y estamos a mitad de temporada. ¿Qué significa esto para el resto de la serie?
Frank (Vince Vaughn) está volviendo al crimen a su manera obligado, también, y continúa incorporando sus fascinantes (ejem) monólogos a cualquier situación. Su encantadora mujer se sincera y propone la adopción, y es Frank Semyon Time, donde compartiremos charlas existenciales sobre el pecado y luego si eso hablamos de que no hemos tenido una caries en nuestra vida. Debe ser estresante ver cómo poco a poco vuelves a una vida sin árboles de aguacate y donde el dinero no te cae del cielo. Es difícil, y Vince Vaughn lo expresa a la perfección, acompañado de soliloquios incómodos y amenazas vacías. Está preocupado por su futuro y se nota mucho.
Velcoro (Collin Farrell) siempre consigue aconsejar a alguien en esta serie, aunque suela ser de forma pésima. Entre sincerarse con Ani, su hijo (Trevor Larcom) y este capítulo con Paul, sus consejos deberían imprimirse en las camisetas: “Mira ahí fuera, mírame a mí, nadie sabe estar en este mundo”. Vale majo, gracias. Lo que más ha aportado esta semana ha sido que así de repente no es el que peor está mentalmente y que tiene una guantera mágica más útil y organizado que el resto de su vida. Ah bueno, y tiene un aura muy grande. Muy grande y verde y negra. Lo típico.
¿Qué os ha parecido este capítulo? ¿Están yendo en el camino correcto con el caso? Porque personalmente estoy perdiéndome entre tanto diálogo mediocre y acción confusa. ¡Comentemos!
Cristina, @cristina_barba