¿Está alguien loco cuando únicamente actúa de forma inherente a su naturaleza? Por muy extremos o socialmente reprobables que sean sus comportamientos, ¿merece uno dicho calificativo cuando es plenamente consciente de sus actos? La frase más definitoria de la serie 'Hannibal', la múltiples veces repetida "this is my design", debería darnos una idea en ese sentido. No son actos aleatorios de un maníaco sino sucesiones de eventos cuidadosamente planeadas y ejecutadas. No hay espacio para la locura como tal en esta serie. Y esta nueva, y última, etapa de la serie nos lo muestra, con 'spoilers'.
Enfrentarse a este episodio ha provocado unas sensaciones muy semejantes a aquellas que obtuvimos cuando nos enfrentamos al piloto. Nos podemos esperar cualquier cosa, aunque la sensación es que esto va a durar muy poco. Quizá ahora esa sensación de que múltiples cursos de acción pueden sucederse no tenga tanta fuerza como entonces, ya que aquí se está adaptando una novela 'The Red Dragon' ya adaptada dos veces en su película homónima e incluso antes en 'Manhunter', pero si que estos seis episodios nos devuelven a ese entorno policíaco de las primeras etapas de la serie.
Que esto no va a durar mucho, como en su momento pensáramos al ser un producto muy poco propio de una 'network' y más del cable norteamericano, ya no es una sensación sino un conocimiento fehaciente pero nos devuelve a ese frenesí por verlo todo atado de la mejor manera posible antes de que la diversión se nos acabe. Una contrarreloj televisiva en sentido estricto. Quizá no sea el mejor momento para ella, ya que la propia serie nos destaca a Francis Dollarhyde (Richard Armitage) como un sucesor de Hannibal Lecter (Mads Mikkelsen) y va a ser imposible darle un desarrollo equitativo.
Por suerte la serie de Bryan Fuller es lo suficientemente fiel a si misma como para saber que hay pactos con el espectador que no deben quebrantarse. Si hay que invertir un episodio entero en mostrar la conversión de Dollarhyde en la bestia mitológica a la que idolatra, a través de sus propios ojos y de los del empático Will Graham (Hugh Dancy), que así sea. Ya tendremos tiempo más tarde para episodios frenéticos y visualmente deslumbrantes, incluso para un palacio tan efímero como el de esta segunda mitad de temporada hay que construir unos cimientos sólidos.
Algo especialmente requerido tras el salto temporal de tres años en el que el protagonista ha encontrado una familia, mientras que la Dra. Alana Bloom (Caroline Dhavernas) no ha sido capaz de despegarse de la promesa homicida del que ahora es su paciente Hannibal Lecter y el Dr. Frederick Chilton (Raúl Esparza) ha hecho fortuna gracias a la historia del que en su momento fuera el suyo. ¿Qué podría volver a unir los destinos de todos estos personajes? La aparición de ese nuevo asesino al que la prensa erróneamente llama el Hada de los Dientes.
Jack Crawford (Laurence Fishburne) no dudará en una vez más involucrar a Will Graham en la investigación, que nos traerá de nuevo una de esas reconstrucciones de la escena del crimen precedidas de un péndulo que proliferaron temporadas atrás en la serie y que recientemente eran más escasas. Es paradójico que tan cerca de su final la serie mire más que nunca a sus inicios, pero parece ser que es el único consuelo que nos queda. Esperamos que los cinco episodios restantes que veremos este verano tengan el pulso narrativo tan bien cogido como este.
Y que sepamos aceptar que esta será la última vez que veamos la serie de Bryan Fuller.
David Valverde, @CapitanValverde.